
Y tu adentro es mi refugio...
Adiós, hasta aquí he llegado y despiértame cada vez que me soñás. Convenceré con mis palabras al ángel que descuidó el lugar, y entre mis dedos más perversos tocaré toda tu eternidad, aunque tu norte se bifurque y tu alma no pare de sangrar, aunque tu savia me envenene jamás la dejaré de tomar.
Y todo era perfecto...
Adiós, hasta aquí he llegado y despiértame cada vez que me soñás, te amaré todos mis días, en silencio lo sabrás...