jueves, 12 de marzo de 2009

De repente ella se va, de repente cualquier promesa se esfuma, de repente a ella y a él se les hace difícil respirar. De repente ella entiende todo, y él, no entiende nada. Ella deja la comida sin tocar, la copa con una mancha de carmesí, y cara de satisfecha. Él se da cuenta que fue el único que se quedó con ganas de más. Ella entiende de impulsos, por eso llego hasta acá, ella entiende que sufrir por él, ya nada más da. Ella entiende ese conjunto de acciones que sumadas dejaron confesiones hirientes para él. Ella fue capaz de sonreírle mientras agarraba lo poco que traía, y se marchó, despacio, sabiendo que él se olvidaría de ella en el próximo amanecer. Sin más que decir, todavía disfruta del placer que sin decir nada, lo dejó sin nada que decir.